sábado, 22 de diciembre de 2007

Parte de mi vida.

¿Alguna vez os habéis sentido culpables porque había algo que os apasionaba mucho pero parecía estar prohibido para vosotros? Yo casi.

En mi caso, el culpable era el fútbol… sí, algo tan común y corriente en la sociedad española a veces se convierte en el afilador de puñales. La excusa perfecta: “el fútbol es para chicos”.

Mis padres montaron un negocio en el barrio del al lado. Con esto perdí la comunicación con los niños de mi barrio, pues yo en mi casa solo estaba para comer y dormir. Conocí a nuevos niños y niñas en el barrio contiguo y la verdad es que no sé cómo pasé de hacer coreografías de las Spice Girls con mis nuevas amigas a estar día y noche, desde que mis padres abrían la tienda hasta que la cerraban, dándoles patadas a un balón contra una pared.

Pronto las niñas se dispersaron y yo estaba mayoritariamente con los niños. Inmersa en un “mundo de chicos”. A pesar de lo que pudiese pensar mucha gente, yo SIEMPRE tuve claro lo que era: una niña. Una niña a la que le encantaba el fútbol, me sentía bien así y no entendía de lacitos, zapatos, leotardos ni faldas. Quizás no llegué a entender nunca que alguien que no sabe de cosas de niñas pero sí comprende de fueras de juego, penaltis, fichajes y demás no podía ser una niña. Antes, con 6 o 7 años, podría haber pesando que ese fue mi error, ahora sé que ese era el error de los que me señalaban.

Con frecuencia se dice que los niños son crueles, que con sus cometarios ofensivos son capaces de hacer un daño terrible a otro igual. Sin embargo, a mi los niños siempre me entendieron, me tomaban como una más y todos felices. Eran los adultos, las personas que supuestamente dicen cosas maduras, coherentes y responsables los que lanzaban puñales más grandes. Incapaces de comprender que los niños, niños son. Los que se subordinan a palabras de otros, los que caen en la rutina y no lo aceptan. Los que viven dentro de un machismo que parece no acabar nunca, las que solo cocinan para sus maridos, las que no entienden más allá de oir y callar, los que no aceptan la igualdad de género, los que se creen superiores… en definitiva, unos malnacidos que algún día se darían cuenta de que su vida era una amargura. Ahora estoy convencida de ello.

Nunca hice caso, jamás me importó lo que las marujillas de turno chismorreasen en las esquinas con las bolsas de la compra en la mano. Tampoco me importaba lo que el padre del niño que jugaba conmigo en el equipo de fútbol dijese a los entrenadores. ¿Pretendía que me hiciesen un vacío o que acaso me tratasen de “otra forma” en el equipo? ¿O quería que directamente las chicas nos jugasen en el equipo de su hijo amenazando con quitarlo? No sé, poco me importa.
Lo mejor de todo, el apoyo de los demás. De todos los que me veían jugar en “la plazoleta” y me decían algún comentario amable o se ofrecían a jugar conmigo o simplemente me sonreían, de todos los clientes que entraban en la tienda de mis padres y preguntaban “por la niña que está ahí fuera con el balón”. Los comentarios y elogios de mis entrenadores cuando estuve en aquel equipo… y no solo los comentarios, los hechos, cuando me convocaban para ir a jugar. Yo me sentía bien, me gustaba aquello. Mis padres, que bueno… con mi madre siempre tuve peleas porque ella quería una niña presumida que jugase a las muñecas, pero en el fondo sé que para nada le importaba y era capaz de defenderme ante ciertos comentarios. Y mi abuelo… sin palabras

2 comentarios:

macu dijo...

arrrr la plazoletaaaaaa mencantaaa emos paao mu wenos momentos alli
entre olor a porro :s pero weno. Tenes toa la razon cn tu comentario seguimos en un mundo muy machista pero creo que cualkier niña tiene el mismo derecho que un niño a practicar un deporte sea cual sea ademas en el mundo de la infancia el juego no es competitivo es diversion y aprendizaje y creo que eso s un derecho que tiene cualquier infante independientemente de cual sea su sexo, raza, o condicion no todas las niñas tienen k ser princesitas ni todos los niños piratas y los principales discriminantes son los mayores

Anónimo dijo...

eyyy wapisimaa yo ty muy deacuerdo cntigo adema t comprendo xk ami m pasaba mas o meno iwa la diferencia k en vez d futbol era k yo preferia un coxe teledirigido a una barbie.
yo creo k todos tenemos derexos a acer lok nos gusta sea el deporte k sea y sea lok sea y sin importar sexo ni nada d eso.
t xeroo